Son uno de los platillos más representativos de la cocina mexicana, al grado que incluso ostentan los colores de su bandera. Esto podría parecer fortuito, pero si nos remontamos a la historia, a las versiones que hay de su concepción, podemos ver que en todas, la intención de enaltecer el colorido nacional estaba en la mente de sus creadores.

Quizás fueron las monjas agustinas del convento de Santa Mónica en Puebla, las que decidieron crear esta joya culinaria para celebrar la independencia de México. O tal vez fueron las novias de unos soldados trigarantes las que quisieron honrar el triunfo del ejército independentista. Incluso, existe la posibilidad de que lo que hoy conocemos como “Chiles en Nogada” sea una fusión de varias recetas, ya que como tal no existen menciones del platillo en documentos del siglo XIX. 

Sin embargo, sea cual sea su origen exacto, sabemos que este manjar proviene del bajío mexicano, de Puebla de los Ángeles, específicamente, tomando el famoso chile poblano como base, y decorándolo de finos y tenues sabores y colores para crear una obra de arte.

Los Chiles en Nogada mezclan el picor del poblano, el profundo sabor del picadillo de cerdo, el dulce de las frutas de estación con las que el relleno va preparado, y el tenue pero distintivo sabor de la nuez de castilla, que balancea todos los tonos y notas en el paladar. Para terminar, los granos rojo brillante de la granada, para dar acidez y terminar el símbolo patrio. Además, para añadirle mística a esta delicia mexicana, es un platillo de temporada, específico de agosto y septiembre, cuando todos sus elementos aparecen en la naturaleza. 

Así que no pierdas la oportunidad; si eres cliente asiduo, ¡vuélvete loco! Y si nunca los has probado, disfruta de unos Chiles en Nogada y date la oportunidad de probar historia y poesía gastronómica.

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